Fic algo triste, es un OneShot :)
¡Enjoy it! ;D
BxT
Pareja Principal: Bill-Tom
Género: Slash (Twc)
Advertencias: Incesto, Muerte de un personaje, Drama, Tragedia, Lenguaje mal sonante.
Finalizado: Sí
No. De capítulos: Capítulo Único
Resumen:
Le prometió que seguiría adelante, como él a su vez que
siempre estaría con él y no lo cumplió, el tampoco podía hacerlo. Estaba
muerto, lo único que faltaba era deshacerse del cuerpo que aún merodeaba sin
sentido por las calles.
Capítulo Único
La vista la tenía cristalizada, le escocían los ojos por
el viento que pegaba fuerte en su empapado rostro. Cerró los ojos, dejando caer
más lágrimas a su paso y mordiendo su labio con saña, probando el sabor amargo
de la sangre, pero siquiera de eso se percató.
¿Tenía el valor? No lo sabía. Bastaba con bajar la
mirada unos cuantos centímetros para percatarse del inmenso rascacielos donde
se encontraba y las piernas quizá se atrevieran a temblarle.
Pero no podía hacerlo.
Sus piernas desprendían un tiriteo rítmico, presas de la
fuerte impresión y dolor en su pecho.
Todavía estaba en su mente lo sucedido días antes; creía
que con el pasar de los días y las horas lo lograría olvidar; se equivocó completamente.
El dolor, las palabras y la depresión no se olvidan, no puede… aumentan con
cada respiro, matándolo de la peor forma.
Al menos sabía que ésta forma era algo más rápido, dolía
menos y el sufrimiento acabaría.
—¿Por qué…? —Se preguntaba diariamente. Desde el día en
que su único amor le había dejado.
Desde pequeños juraron estar siempre juntos, desde el
vientre de su madre lo estaban… Prometieron por el amor puro y verdadero que
sentían, que lucharían por su bienestar y su amor; pero por sobre todas las
cosas: estar juntos.
Y así había sido hasta ese día, en donde sintió algo
diferente, y después… nada.
Estaba sentado en el sofá, con cara de aburrimiento y su
pulgar moviéndose frenético en el control remoto, viendo ya su 5º vuelta por
los 253 canales de paga que ahora daban por T.V y haciendo una cara de asco a
cada uno de ellos.
No podía pensar, no en otra cosa que no fuese Bill. Lo
venía notando muy extraño últimamente, muy alejado y arisco. Casi no tenían
sexo y las pocas veces que lograba tocarlo era sólo eso, placer carnal. ¿Dónde
quedaba lo emocional? El amor, la dulzura, la entrega… ¿Dónde? Sin embargo,
cada que le preguntaba y respondía un «Nada Tom, ¿Vale? Na-da» muy astiado, él
se alejaba rápidamente con un «Cuentas conmigo cariño».
Echó un frustrado suspiro y aventó el remoto a una
distancia al menos considerable para que estuviera fuera de su vista y no
volviera a molestarlo más por ese día.
Saltó de su cómodo asiento y levantó los brazos para
estirarlos hasta escuchar sus articulaciones crujir. Estaba por dar un paso
cuando escuchó la cerradura ser forzada y el sonido de unas botas muy conocidas
por él, adentrarse en casa. Sonrió.
—¡Bill, qué bueno que has llegado, cariño! —canturreó
feliz, yendo a abrazarlo efusivamente y con sorpresa, percatarse de que ese
efusivo abrazo le era correspondido sin alejarlo o hacer amargo de molestia…
como últimamente le hacía.
Le emocionó aún más, sonrió y buscó los dulces labios e
su hermanito menor para degustar de ellos como hace mucho.
Al igual le correspondió.
—¿Qué quieres de comer bebé? Tengo… humn, lechuga y creo
haber visto unas cuantas verduras por ahí, ¿Qué dices? —Su mirada la notaba
extraña, lejana, resignada, triste… con añoranza, quizás.
Le sonrió, una sonrisa diferente. Pero le agradaba que
volviese a hacerlo.
—Eso suena muy bien —Acarició parte de su cabello—.
¡Sorpréndeme cheff!
Le miraba detenidamente. Cada sonrisa, cada puchero,
cada gesto que salía y se deleitaba con eso. Bill le miraba, pero su mirada
quizá rodeaba la tristeza, su mirada estaba oscura y su ceño levemente
fruncido.
Puede que al principio esto incomodara a Tom, pero
disfrutó mucho comer con él, contarle sus sentimientos, sus pasiones y sus
ideas, y que el otro le escuchara. Añoraba estar así de cerca con Bill; pues en
un tiempo corto se la pasaba solo, y cuando el menor llegaba, le ignoraba
–prácticamente-.
Esa tarde… esa tarde hicieron el amor como nunca. Con
una entrega que hacía llorar al mayor, querer más y que ese momento nunca
terminara.
—Te amo Bill… —concluyó con una expresión de felicidad
en su rostro.
—Yo también Tom, pero lo nuestro ya no puede continuar.
Abrió enormemente los ojos. ¿Qué significaba eso? No era
idiota, lo sabía perfectamente pero… ¿Por qué?
—Pero qué estúpido soy, creo no haber escuchado bien Billy…
Pensé que habías dicho que teníamos que terminar nuestra relación… ¿Idiota, no?
—No, no es idiota. Es la verdad —sentenció.
Sus manos alzaron su cuerpo violentamente, miró a los
ojos de Bill… pero sólo vio verdad.
—¿Por… por qué? —Su corazón latía desbocado, amenazando
con dejar de hacerlo en una y romperse en cachitos poco a poco.
—Lo nuestro está mal ¡MUY MAL! ¿No te das cuenta? ¡Es
incesto, INCESTO HOMOSEXUAL! Jódeme…
—¿Y eso qué tiene que ver? No es como si lo gritáramos a
los cuatro vientos, sólo Andy lo sabe… sólo tú y yo.
—¿Quieres más? No Tom… yo no puedo continuar con esto…
lo siento mucho… no hay nada qué hacer.
Insistirle, rogarle y arrastrarse, lo hubiese hecho, y
dejando a un lado el orgullo, aquello lo había oído definitivo y sin opción.
Tanto que una vez Bill salió, terminando de explicar que eso era una despedida,
se echó a llorar.
Y eso no bastó, un día y medio después que logró dejar
de lagrimear al menos por unos minutos considerables, pudo ser testigo de la
amorosa despedida de Bill con su nuevo novio… Bajando de un coche… y feliz.
¿En verdad era feliz? Se veía que sí, que lo era y
mucho. Volvía a sonreír, a jugar y a besar con esas ganas que hace mucho,
muchísimo no lo hacía con él. Incluso casi ya no recordaba lo que sentía cuando
hacía eso, solo felicidad. Felicidad que ahora envidiaba de su hermanito,
fortaleza que pide a gritos cada día. Hubiese querido ir y preguntarle en ese
mismo instante cómo le hacía para poder volver a sonreír así, para volver a
sentir felicidad y tranquilidad. Porque él por más que lo intentaba, más
lágrimas de tristeza le invadían, un circulo negro que lo tragaba día a día.
Y así habían pasado días; días en los que la depresión
le consumía, días en los que se intentaba reponer en vano, en los que recordaba
todos aquellos hermosos momentos que vivió con su pequeño, con Bill. Un Bill
que ahora le abandonaba, que sólo le veía para saber cómo estaba y qué había
hecho. Un Bill que se mostraba un tanto preocupado pero lograba tranquilizarse
con aquella capa invisible que él mismo, desde pequeño y por su hermano menor,
se creaba para brindar fortaleza, diciéndole que estaba bien, que estaría bien.
Pero lo cierto era que no lo estaba, y poco a poco se
convencía de que no volvería a estarlo. Apenas Bill daba media vuelta, se
echaba a llorar como la primera vez. Por más que buscaba una razón, no hallaba
ninguna para engancharse y luchar. Se veía a sí mismo, tan delgado como jamás
pensó estar, e incluso ni había imaginado que una persona pudiese adelgazar
tanto en tan poco tiempo, como él. Cierto era que su estómago ya estaba un poco
sedado, ya no pedía alimento ni su organismo agua, no pedía nada. Sus
prominentes ojeras se le acentuaban diez veces más que aquel día en que no durmió
por 3 noches. Los pómulos sobresalían al igual que sus costillas y su cadera. Y
se sorprendió por la inexpresividad de sus ojos.
No diría nada. No quería preocupar más a su hermano. Si
él ya era feliz, si ya había encontrado la felicidad, no era nadie para
interponerse en ella y crearle dificultades y preocupaciones innecesarias.
Y qué decir de esa misma noche. El golpe más duro que
sintió fue escuchar de los labios de Bill un “Te amo” que no era dirigido para
él, y aquellos ruidos que sólo Bill hacía cuando él le hacía el amor… ahora
otro los provocaba.
No podía más, porque simplemente, fue un cobarde y ya no
lo soportaba.
Tomó una libreta, su diario. Y comenzó a escribir en la
última página… manchando las blancas hojas con lágrimas dolorosas que le salían
sin permiso, bañando su demacrado rostro.
Bajó con cuidado de no molestar a nadie, sin intención.
Dejó las llaves, dejó celular… solo llevó su alma a las calles, llorando aún
más. Le hubiese gustado ver la carita de Bill antes de partir, pero no habría
podido irse, no tendría la fuerza para dejarlo; aun sabiendo que tendría a
alguien que lo cuidase quizá aún mejor que él.
Sus pies le habían llevado a donde en esos momentos se
encontraba, una de las partes más alejadas de la ciudad, donde veía todo tan
chiquito, donde por primera vez se sentía poderoso, grande… siendo tan pequeño.
Sentía felicidad, de nuevo. Porque terminaría con el
dolor que venía agobiándolo los últimos días, descansaría en la tranquilidad…
aquella que buscaba con tanto anhelo y jamás imaginó encontrarla.
Suspiró—. Bill, si pudieras ver esto ahora mismo…
estarías maravillado. Se siente una libertad y una adrenalina que no creí
posibles, incluso yo. Todo se ve tan pequeño… tan bello. Me alegra que se la
última vista que tendré. Merezco un final digno ¿No crees? Termino con la vida
que de la noche a la mañana se volvió una lugar oscuro y sin vida… —Bajó la
mirada, echando más lágrimas que en ningún momento dejaron de caer—. ¿Recuerdas
nuestra promesa, cierto? Prometimos cuidarnos y no dejar que nos pasara nada…
también prometimos estar siempre juntos. No lo cumpliste. Yo tampoco puedo
cumplir la primera… —Miró al cielo, creyendo ver aquellos ojos que siempre amó,
tan iguales a los suyos. Le habló a Bill—; No te preocupes mi amor, te cuidaré
desde donde esté, solo termino con el dolor que se volvió a un punto
insoportable, no con mi amor… mi amor por ti será eterno. Nunca lo olvides.
Cerró los ojos, teniendo a Bill en su mente y su hermosa
sonrisa diciéndole como muchos años atrás, que le amaba… después, se desmoronó.
Segundos… Un espantoso dolor se presentó en todo su cuerpo y fue tanto, que al
instante todo se volvió negro.
«No, todo esto no puede contenerme… pero no quiero que
saltes por mí»
Tendrá continuación, pero no sé cuándo la suba, pues
no cuento con una idea específica. En fin... segunda parte
en espera ;)
¡Gracias por leer!
No hay comentarios:
Publicar un comentario